SAN
CHARBEL
EL SANTO MILAGROSO EN EL MUNDO ENTERO
En el mundo entero acontecen muchas sanaciones por este santo tan milagroso,
especialmente en América Latina donde en cada país hay santuarios de San Charbel.
En el Paraguay, particularmente en Asunción, varias personas, desesperadas en
sus enfermedades, fueron sanadas por intercesión de San Charbel, además de
tener más de 12 personas que ya, llevan el nombre de Charbel. Por estas razones
se construyó el templo de san Charbel en Asunción
donde se celebran misas todos los domingos a las 11 Hs de la mañana.
No somos ninguna autoridad que define y determina los milagros que Dios hace con sus hijos los hombres… ni como, ni cuando se digna honrar sus santos y elegidos atendiendo a nuestras peticiones por su intercesión.
Pero si podemos y debemos ver, apreciar y propagar las maravillas de Dios hechas por medio de sus elegidos…
Nuestro Santo Padre Charbel nos recuerda en este tiempo el amor, la omnipotencia
y la generosidad de Dios para con los humanos devolviendo la salud a una maestra
chilena María Simón González, descendiente de libanés que estaba desahuciada,
quien vive en la pequeña ciudad de Freirina ubicada en la Provincia del Huasco,
en la Región de Atacama.
En esta zona hay cuatro hermanos cuyo padre fue un reconocido comerciante
libanés y que se casó con una chilena, formando una gran familia, compuesta por
nueve hijos; tres hombres y cuatro mujeres, todas ellas profesoras.
El año pasado, María Simón, sintió dolores de pecho y un escáner en el tórax
mostró opacidades y fibrosis quística en el 90 por ciento de sus pulmones, con
ese diagnóstico llegó a pesar 30 kilos.
Entre la desesperación, la familia envió correos electrónicos al Líbano para
contarle a sus cercanos y amigos la tragedia que los afectaba.
De esta manera el milagro comenzó a concretarse. Pues desde el mismo pueblo
donde nació el padre de María enviaron un sobre con pequeños algodones empapados
en el aceite que exuda el cuerpo de San Charbel.
Él era un monje maronita libanés que vivió como ermitaño y que murió hace 108
años. Sin embargo, su cuerpo se mantiene intacto y permanece tibio, sin la menor
descomposición hasta su canonización y de él brota un aceite fragante de color
rojizo que al frotarse sobre enfermos graves ha provocado curas que se creían
imposibles.
Perla frotó dos veces el cuerpo de su hermana con los algodones durante la
noche, especialmente la garganta y el pecho sobre los pulmones.
María al día siguiente tuvo un cambio importante y comenzó a recuperarse, cuando
ya todos la catalogaban de desahuciada, alcanzando una recuperación casi total.
La noticia fue comunicada por la televisión y por testigos y amigos de María.
Me he encontrado con María en la Embajada del Líbano en Santiago de Chile. Esta muy agradecida y entusiasta y se siente con la obligación de gritar alto alabando al Señor…
Mucho se puede hablar de este santo monje libanés, un ermitaño, discípulo y auténtico reflejo de San Marón, gloria del Líbano y noble bandera de la Iglesia maronita que tiene en él un privilegiado protector. Pero en esta pequeña misiva pastoral poco podemos decir sobre las maravillas de este extraordinario taumaturgo del siglo XX que impacta a quien contempla su abnegada vida.
Nacido, el 8 de mayo de 1828, a los pies de los cedros eternos de la montaña libanesa, se educó dentro de una familia muy humilde pero de una intachable conducta cristiana. De pequeño quedó huérfano de padre, cuando este fue obligado sin piedad a alistarse en el ejército turco dominador y opresor, simplemente porque poseía un burro para el transporte de la provisión militar. Atraído a la vida religiosa por influencia de sus tíos maternos, dos ermitaños que él a menudo visitaba, a los 23 años de edad, dejó furtivamente su humilde casa de Bekacafra y entró a ser monje en la Orden Maronita Libanesa que sigue la santa Regla de San Antonio Abad ", astro del desierto" y "Padre de los monjes". En esta Orden fundada en el Líbano, el año 1695, el Joven "Yusef" que adoptó el nombre Charbel, un mártir del siglo II, buscó el camino de la perfección en la cima del monte de Anaya, donde durante 23 años vivió una rigurosa vida de ermitaño. Alcanzando la cumbre de su santidad en la tierra, el 24 de diciembre de 1898, cerró sus ojos al mundo, valle de lágrimas, para abrirlos en el alto cielo, el día en que su Maestro Jesús nacía en la tierra.
En este año proclamado por la Iglesia maronita como el "año charbeliano", por ser el primer centenario de la muerte de San Charbel, me satisface como pastor, destacar a los ojos de los fieles que tienen una admiración por el ermitaño libanés, los siguientes puntos que nos inspira la ejemplar vida del santo :
CHARBEL EJEMPLO DE VIDA CRISTIANA PARA LOS FIELES
La vocación a la santidad, siendo un llamado para todos los fieles cristianos, la Iglesia al canonizar los santos, no pretende solamente usar su autoridad para afirmar que ellos ya están con certeza en el cielo, sino más bien, la idea de la Iglesia es presentarlos, principalmente, como modelos de vida que es conveniente imitar. Así no pensemos que la vida de un ermitaño atañe solo a los monjes, todos los fieles pueden imitar su espiritualidad inspirada en el Evangelio. Queridos hermanos, a quienes dirijo estas palabras, les pido entrañablemente , que lean con atención y seriedad estas reflexiones del pastor que se refieren a la íntima relación que existe entre la vida de San Charbel y la vida cristiana de toda familia.
En
el último encuentro del Santo Padre con la familia, realizado en Río de Janeiro
se destaca el papel de la familia, como don y compromiso, como don para la
sociedad, el hijo en la familia como el don más excelente y la familia,
esperanza de la humanidad. La familia pues, resume toda la realidad de la
humanidad, es por sí misma toda una sociedad completa.
No cabe la menor duda que, en su vocación monacal, Charbel debe mucho a su
familia, modelo de la modesta familia cristiana de la época , compuesta de
padre y madre, esposos ejemplares y cinco hijos que llevaban una vida de
santidad, en su aldea humilde , dedicándose al trabajo sagrado y a la oración
asidua. La familia del santo nos recuerda, junto a muchas familias en nuestra
tierra libanesa, la familia de Pío X , simple, modesta y pobre , pero llena de
nobleza, de grandeza moral y de auténtica santidad, características
que prepararon José Sarto a ser el futuro Papa San Pío X . Es muy significativo
lo que un día dijo la madre del Papa a su hijo cuando este llegó a ser obispo y
fue a visitarla, mostrándola con cierto legítimo orgullo su
anillo episcopal : mi hijo, este anillo tu lo tienes por que yo llevo en mi
dedo este otro anillo; cuidado, hijo, ahora su responsabilidad aumentó.
¡Qué sabiduría de una madre que sabe el valor del anillo, como símbolo
del compromiso matrimonial y de la alianza entre la familia y Dios; y cuanta
responsabilidad encierra su advertencia al hijo para que no se deje
llevar por la vanagloria de este mundo y que tome en serio la dignidad del
ministerio eclesial.
En otro cuadro de realidad, una charla de San Charbel con su familia nos ofrece el mismo sentido místico y espiritual de la familia cristiana como lo entendía la familia del papa santo. Ante los reclamos de Briyita, la madre de Yusef y de Tanios, su tío, que vinieron a visitarlo en el Convento de Maifuk donde iba a consagrarse por los votos religiosos, reprochándole la manera, poco usual, de haberlos dejado sin despedirse de ellos, en momentos en que ellos más necesitaban de su ayuda en la familia, Yusef en su respuesta al mismo tiempo firme y respetuosa parecía un Jesús que respondía a María y José cuando lo perdieron y lo encontraron en el templo : " ¿Porqué me buscaban?. ¿No sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos añade el evangelista Lucas, no entendieron lo que los decía.(Lc 2, 49-50).
- Querida mamá, querido tío, no ignoro lo que les debo, ni la pena que involuntariamente les he causado...pero puesto que el Señor me quiere todo para El, no puedo...ustedes no pueden...decirle que no. Mientras el tío Tanios no le gustaban nada estas palabras, pensando que Yusef, monje, está perdido para su familia, su madre, inspirada por Dios y dominando su dolor maternal, se acercó de su hijo y tomando sus manos en las suyas, le dice como una verdadera madre cristiana : "Si no fueras a ser un buen religioso te diría ¡Regresa a la casa! ¡Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de ti, le digo resignada : Que El te bendiga, hijo mío y que haga de ti un santo!"...(Charbel hombre ebrio de Dios del P. .Paul Daher)
¡Cuantas familias necesitan tener este comportamiento ante la vocación de sus hijos que quieren consagrarse a Dios! La Iglesia de Cristo tiene su riqueza espiritual gracias a estas familias que entienden la voluntad de Dios y la cumplen, armadas con la fe del padre de los creyentes, Abraham, que no vacilaba en sacrificar a su hijo Isaac, si la voluntad de Dios así lo exigía.
Padres, no sean egoístas, dejen sus hijos seguir el camino que Dios traza para ellos. Hijos, no duden en imitar el ejemplo de San Charbel . Jóvenes, tengan el coraje de decir sí a Dios cuando los convoca para su servicio y nunca desistan, de seguir el camino que emprendieron, ante las dificultades y las dudas que puedan surgir a lo largo de su vida. Pues Dios merece toda nuestra generosidad y El es infinitamente más generoso que nosotros. Familias cristianas sepan que siendo "células originales de la vida social" la sociedad humana necesita de su fe, de su generosidad, de su desprendimiento y de la estricta fidelidad a sus compromisos. No olviden que la santidad de la familia es el pilar principal que sustenta nuestra sociedad actual, proclive, en su compleja estructura ideológica, a vivir sin ideales, guiada por la oscura luz del materialismo, sumergida en el pantano del hedonismo y corroída y minada por el apego a los bienes de este mundo que solo pueden conducirnos a la ruina espiritual. Pongámonos, todos, hermanos, bajo la protección de San Charbel y por su intercesión Dios hará de la familia cristiana comprometida con los valores evangélicos, la eficaz "esperanza de la humanidad".
CHARBEL EJEMPLO DE VIDA CONSAGRADA PARA LOS SACERDOTES
Charbel, con 25 años de edad, en 1853 se consagró al Señor por los tres votos religiosos de Obediencia, pobreza y castidad, y tuvo su plena consagración, recibiendo, a la edad de 31 años, el sacramento del sacerdocio, el 23 de julio de 1859 en la sede patriarcal de Bkerke, por la imposición de las manos de Mons. Yusef El-Marid.
En su vida sacerdotal, San Charbel no hizo más que poner en práctica lo que había aprendido de su maestro espiritual y profesor de Teología, el actual Beato Nemtala El Hardini, cuando le dijo : "Ser sacerdote , hijo mío, es ser otro Cristo. Para llegar a serlo no hay más que un camino: ¡el del Calvario! Comprométase sin decaimiento. El lo ayudará". Así Charbel vivió su consagración religiosa y sacerdotal , imitando a Cristo el sacrificado y haciendo de su misa el centro alrededor del cual va a cristalizarse su existencia como sacerdote ermitaño.
Dios llama al sacerdote como llamó a Abraham : "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre , y ve al país que yo te mostraré. Yo... te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y serás una bendición---y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra" (Gen 12, 1-3). Así Charbel entendió la misión del sacerdote y dejó atrás su casa, su familia y su tierra para dedicarse a ejercer su ministerio dentro de los límites de su vocación monacal. Puede ser que no entendamos su desprendimiento, total y extraño, llegando al punto máximo de ser mal interpretado su comportamiento, cuando recusaba ir a su aldea para celebrar una misa en presencia de su madre vieja que no pudo asistir a su ordenación sacerdotal. Pero el espíritu que lo determinó a tomar esta decisión, como otras tantas decisiones similares, será siempre el secreto de su mística espiritual y el misterio de su santidad. Lo importante es que el sacerdote debe ejercer su ministerio librándose de las ataduras de la sangre para unirse a los lazos de la gracia y así ser dócil a la acción del Espíritu Santo.
En cuanto a las virtudes, que exige la consagración sacerdotal, a saber, la obediencia, la pobreza y la castidad, San Charbel ha sido el modelo que todo sacerdote debe intentar imitar porque el secreto de su santidad fue su estricta fidelidad a sus votos y una vigilancia continua para que el espíritu mundano no contamine la pureza moral que exige el ejercicio del ministerio sacerdotal, en el contacto permanente del sacerdote con las cosas sagradas. Así la obediencia de Charbel, según los testimonios de sus conocidos, ha sido proverbial, su castidad rozaba con la de los ángeles y su pobreza era total emparentada con la pobreza de San Juan de la Cruz y San Francisco de Asís. Además estas tres virtudes, obediencia, pobreza y castidad son la expresión de los tres votos que como clavos, sostienen el sacerdote consagrado, suspendido en la Cruz, como su Maestro.
El centro de gravedad para Charbel en su vida de consagrado es la unión con Dios. El desprendimiento de los bienes terrestres, como el ascetismo riguroso, no son fines en sí mismos, sino, un medio para facilitar la unión con Dios. El mundo visible ya no cuenta para los santos, el renunciamiento a los bienes terrenales es para ellos como los pulmones para el sistema respiratorio. El sacerdote por más que tenga ocupaciones por razón de su ministerio debe empaparse de Dios y tomar ante el Maestro la actitud de María que permanecía a los pies de Jesús para contemplarlo, escucharlo y unirse a El, porque "una sola es necesaria". Así el sacerdote, como el monje no escapa del mundo sino para vivir con Cristo y ser testigo de esa presencia de Dios en el mundo. El silencio, el desierto, son palabras sagradas para el consagrado, son las puertas del santuario donde reside Dios en lo íntima del alma.
Sin la renuncia al mundo no hay ambiente para la vida de oración que nos lleva a la unión con Dios. Orar, para San Charbel era la ocupación cotidiana de toda la vida, sin por esto dejar de realizar otras actividades que exige la naturaleza de la vida monástica o eremítica. Su vida misma era una oración porque, en medio de sus ocupaciones en el orden temporal, él tenía su mente fijada en Dios y el Espíritu Santo actuaba permanentemente a través de sus sentidos, sus pensamientos y en medio de su silencio continuo y voluntario.
Feliz el sacerdote que actúa a imagen de Charbel entregándose a Dios por la oración y poniéndose a disposición del Espíritu Santo, porque su apostolado será altamente fructífero. Cristo se configura en estos sacerdotes que viven continuamente a su pies, en actitud de contemplación y de escucha, como María, sin dejar de realizar las actividades de Marta. La Iglesia no debe preocuparse mucho por la falta numérica de sacerdotes, pero sí, es motivo de alarma, la falta de vocaciones cualitativas, porque la obra de la salvación es divina y solamente pide una colaboración voluntaria del hombre. Cristo continua redimiendo al hombre por su viacrucis y solo necesita de cirineos.
Queridos sacerdotes y consagrados de la Eparquía maronita, que comparten conmigo la ardua tarea de la evangelización, en este vasto territorio argentino, no puedo ofrecerles un modelo de sacerdote mejor que San Charbel, que es la gloria de nuestra Iglesia madre, imiten su gran espíritu sacerdotal y traten en medio de las diversas tareas pastorales que ocupan todo su tiempo a mantenerse unidos a Dios, por la oración, construyendo en su interior un santuario cuyas puertas son el silencio y el desierto, para que en medio de su soledad y de la aridez de sus ocupaciones en el ministerio, puedan permanecer en contacto con Dios, fieles a sus compromisos sacerdotales. LOS DOS AMORES DE CHARBEL : MARIA Y LA EUCARISTIA
Fiel hijo de la Iglesia Maronita, San Charbel alimenta en su vida íntima un amor intenso y tierno a María Santísima, como la totalidad del pueblo libanés en general y del maronita en particular.
El Líbano es tierra de María. Así el Espíritu Santo llama a su Esposa : "Ven del Líbano, esposa mía, ven desde el Líbano. Desciende desde la cumbre del Amaná, desde las cimas del Sanir y del Hermón, desde las guaridas de los leones, desde los montes de los leopardos" (Cant 4, 8). Ella misma clama por la boca del Eclesiástico : "Crecí como un cedro en el Líbano y como un ciprés en los montes del hermón" ( Eco 24, 13).
La Iglesia latina reza en el oficio de una de sus fiesta marianas : "El olor de su vestido es el olor del Líbano" y la Iglesia Maronita la invoca, añadiendo a sus letanías : "Cedro del Líbano ruega por nosotros". Y para conmemorar los cincuenta años de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción se erigió el Santuario Nra. Sra. Del Líbano a Harisa. Los patriarcas maronitas pusieron siempre sus sedes bajo la protección de María. El pueblo libanés en sus diversas comunidades religiosas, cristianas y musulmanas, honra a María y cuando su patria está en peligro, implora ansiosamente su protección..
San Charbel no podía estar ajeno a esta devoción mariana, él que pertenecía a una familia maronita de la montaña libanesa donde el amor a María es casi ingerido con la leche materna. Charbel desde pequeño aprendió a venerar a María y cuando sus compañeros, que vigilaban con él sus rebaños en el campo, lo perdían de vista, lo encontraban recogido en una gruta en actitud de profunda oración ante una imagen de María. Como en toda familia maronita de su tiempo, diariamente Yusef rezaba el rosario con toda su familia, implorando la protección de la poderosa Madre de Dios; y cuando consagró su vida a Dios en la Orden Libanesa Maronita, encontró en la Regla de su Orden un lugar de honor reservado al culto mariano y en los libros litúrgicos de la Iglesia Maronita, como en otras comunidades cristianas, abundan los textos bíblicos y los diferentes himnos dedicados a María.
En la práctica de las virtudes Charbel procuraba siempre imitar las principales virtudes de María, como la humildad de "sierva del Señor", su obediencia a la voluntad divina en los momentos más críticos de su misteriosa vida de Madre de Dios y sobre todo imitó su suave silencio y profundo recogimiento ante la excelsa realidad del misterio divino vivido en la familia de Nazaret. Entre otros consejos, que el monje Charbel dirigía en los pocos contactos que tenía con la gente, se destaca lo que pidió una vez a la gente piadosa de Bikacafra, su aldea natal: " ¿Quieren ser salvados con seguridad? Tengan una gran devoción a la Virgen María. Ella garantizará su salvación.
El otro amor de Charbel : es la Eucaristía. Como María está íntimamente ligada a Jesús, su Hijo, al engendrarlo en el tiempo y al ser asociada a la obra de la Redención y de la Salvación, como Corredentora y Mediadora de todas las gracias, según la opinión dominante en la Iglesia, ella está siempre místicamente presente con su Hijo en la Eucaristía donde Cristo existe por su Cuerpo verdadero formado en el seno de María. Charbel asociaba a su amor a Jesús el amor a María. En todas las celebraciones eucarísticas de la liturgia maronita siempre está presente María en una oración o una letanía y Charbel, en sus largas horas de adoración ante el Santísimo y en sus prolongadas meditaciones ante el sagrario vivía unido a María y a Cristo. Con esto aseguraba la fuerza del amor que le hacía vivir momentos de inefable alegría espiritual en medio de su soledad y de sus "noches oscuras".
Fieles, consagrados y sacerdotes, imiten en su vida esta mística de San Charbel y en los dos amores a María y a la Eucaristía tendrán una poderosa fuerza para enfrentar las más penosas dificultades inherentes a la labor espiritual, pastoral y social. Una visita al santísimo, o una hora de adoración ante el sagrario, junto a unas jaculatorias marianas, les facilitarán un fecundo apostolado y les proporcionarán una paz y una serenidad indispensables para toda obra de santidad.